HABLAR CON UNO MISMO

 

 


 

HABLAR CON UNO MISMO

Hablar con uno mismo es importante,

en nuestra mente hay personajes parlantes,

cada uno emite diferentes mensajes,

pueden torturar o facilitar aprendizajes…”

( Fragmento del libro “Temas y Recursos para la reflexión y el crecimiento personal” de Juan Canto Domínguez, que si estás interesado/a en este libro lo puedes adquirir en la tienda de está misma página, o pinchando al siguiente enlace https://psicologiavidaplena.com/producto/book-rice/ ).

Hablar con uno mismo es normal y además es bastante saludable. Mantener un monólogo en voz alta puede ser la continuación natural de una conversación con nosotros mismos que se empezó en silencio. Cuando nos damos auto instrucciones en voz alta, nuestras tareas se hacen más efectivas.

La Terapia Gestalt utiliza mucho el recurso de los diálogos con uno mismo para sanar la figura de nuestro niño interior, un aspecto muy importante en la disciplina desarrollada por el psiquiatra alemán Fritz Perls.

Desde la Terapia Gestalt se favorece que el adulto que somos tenga relación directa con su infancia. Y para ello necesita darle voz y expresión a ese niño que fuimos, que nos puede conectar con las necesidades desatendidas de momentos pasados para permitirnos tomar conciencia de cómo desde la adultez podemos reparar aquellas heridas.

Cuando estés ofuscado/a, con un bloqueo emocional, no puedas parar tu mente, o un conflicto, necesitas trabajar con tu diálogo interior: desenmascáralo, descubre cómo te saboteas o cómo te obsesionas, descubre lo que quiera que esté pasando ahí y déjate sorprender.

Los beneficios de crecimiento personal que la persona se lleva después de esas conversaciones con uno mismo son increíbles.

Para estos diálogos con uno mismo “La silla vacía” se suele emplear,es una técnica desarrollada por el creador de la Terapia Gestalt, el psiquiatra Fritz Perls.

La técnica consiste en disponer de dos lugares diferenciados y de frente (sillas u otros objetos como cojines), uno de ellos es la silla vacía donde la persona proyecta imaginariamente una parte de su personalidad, una persona, un sentimiento, una situación inacabada, un conflicto… y a partir de ahí establece un diálogo entre una parte y otra.

Durante este diálogo se le pide a la persona que cierre los ojos si le ayuda a tener una experiencia más cómoda y profunda, ya que la idea es un diálogo a dos partes y no contando con el terapeuta en la experiencia. El acompañamiento que el terapeuta hace en el uso de la técnica de la silla vacía, en la que de alguna forma hace de moderador de la conversación consigo mismo del paciente. Es importante sacar este diálogo fuera del pensamiento y hacerlo en voz alta: le da mucho sentido que haya otros oídos además de los propios, en este caso los del terapeuta, que se presten a escuchar.

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